miércoles, 29 de abril de 2009

¡SEXO!

Pues sí, vamos a hablar de sexo. Sexo, sexo, sexo, sexo (perdonad que me repita, pero es para que me suban las visitas). Más en concreto, de educación sexual. En el siguiente fragmento de El sentido de la Vida de los Monty Python vemos una clase un tanto "sui generis" sobre este asunto.




Tras esta aleccionadora sesión de docencia sexual, asistimos al típico partido profesores-alumnos que dado que se trata de Gran Bretaña es de rugby. La verdad es que no se diferencia mucho de los partidos de baloncesto que hemos jugado las dos últimas navidades en el instituto, no os creáis.



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lunes, 27 de abril de 2009

"Ni gota conocimiento": anécdotas de la Segunda Guerra Mundial (II)

En la anterior entrega de estas anécdotas de la II Guerra Mundial vimos el celo que los dirigentes de ambos bandos ponían en mantener en secreto los últimos avances tecnológicos. A pesar de ello, los preparativos del desembarco en Normandía estuvieron a punto de salir a la luz, como ya hemos contado. Pero vamos a ver un ejemplo de ese celo. En concreto, con respecto a uno de los inventos que dieron una gran ventaja táctica a la RAF en la llamada “batalla de Inglaterra”: el radar. Las autoridades británicas habían declarado que incluso la palabra “radar”(acrónimo de Radio Detection And Ranging) era ultrasecreta, y no debía aparecer en ningún documento y ni siquiera ser mencionada en ninguna conversación por radio. El extremo al que llegó este “secretismo” queda reflejado en las manifestaciones de un comandante de batería antiaérea: “en plena batalla, un motorista fue a buscarme para darme un paquete marcado "Top Secret"; entré en mi oficina para leer el vital despacho en privado y tuve que romper no menos de 5 sobres hasta llegar por fin a una hoja pequeña de papel que decía: "Alto Secreto: la palabra radar ya no es secreta".

A pesar de lo horrorosa que es la guerra, también surgen notas de humor. Aunque a los protagonistas no les hizo ninguna gracia, o sí, vete tú a saber, veamos una de estas situaciones cómicas que rayan en lo surrealista. El 22 de febrero de 1943, un submarino U-606 alemán se disponía a atacar un convoy aliado. Se ordenó inmersión y al primer oficial se le olvidó… cerrar la escotilla. El submarino tuvo que emerger rápidamente, todos los instrumentos de navegación y los mandos de armas se hicieron cisco, y la tripulación se amotinó contra el oficial, al que le llovieron insultos y golpes. Sin posibilidad ni de atacar ni de huir, esperaron que el destructor inglés Burza les recogiese. Cuando llegaron los ingleses para hacerlos prisioneros, se encontraron a los tripulantes en cubierta dándose una comilona con todos los víveres guardados para lo que tendría que haber sido un largo servicio y bebiendo champán. “De perdidos al río” dirían, “o al mar”.

Claro que ridídulo, ridículo, lo acontecido en las invasión aliada de las islas de Pantellaria, Lampedusa y Linosa. Tras un intenso bombardeo que afectó a sus ya escasas reservas de agua, los soldados italianos que defendían las tres islas se rindieron. La única baja que tuvieron que contabilizar las tropas aliadas fue la de un soldado inglés que al desembarcar en una de las playas fue mordido por un burro. Honor y fama ganó el buen hombre; “¿y pa eso te vas a la guerra?” le diría su señora al regresar.

El azar, ese caprichoso elemento que a menudo separa la vida de la muerte. Casualidades de la vida, que se dice. En 1944, durante la campaña de Italia, las lanchas torpederas británicas (MTB) escoltaban a las tropas que se abrían paso hacia el norte bordeando el Adriático. Las MTB operaban desde la isla yugoslava de Vis, donde tenían su base. Por las noches, atacaban a las defensas y unidades costeras del eje. Una noche en que volvían de una de sus misiones, el capitán de una lancha le pareció observar una unidad enemiga. Durante toda la noche se mantuvo expectante, pero cuando llegó el alba alcanzó a vislumbrar que se trataba de otra MTB británica. Ya más calmado, les mandó el siguiente mensaje: “Han tenido suerte, les hemos estado apuntando toda la noche”. La respuesta ya no le serenó tanto: “Más suerte han tenido ustedes. Nosotros les lanzamos dos torpedos”.

De todos los sentidos, a mí el que más me sorprende no es ni la vista ni el oído, ni ninguno de éstos biológicamente estudiados. A mí el que me parece más sorprendente es el sentido del humor. Hasta en las situaciones más críticas hay gente que no lo pierde. Durante la batalla de las Ardenas, entre diciembre de 1944 y enero de 1945, un operador de radio norteamericano informaba al comandante de su posición que había tanques alemanes acercándose. Cuando el oficial le preguntó por la distancia a la que se encontraban, su respuesta fue: “Si me asomo por la ventana y meo, creo que mojaría un par de ellos”.

Esos comentarios que nadie espera a menudo sentencian la estupidez que constituye la guerra. Permitidme que termine con una extraordinaria historia, la del tambor escocés. En 1945 la División 45 de la Infantería norteamericana encontró en un cuartel general alemán un tambor del regimiento escocés Gordon Highlanders, perdido durante la retirada de Dunkerque en 1940. Ya sabéis cómo son los escoceses y cuánto aman sus tradiciones, de manera que organizaron una gran ceremonia en Berlín para oficiar el reintegro del tambor. En ella desfilaron los soldados norteamericanos que encontraron el artefacto, pero los principales protagonistas fueron los arrogantes escoceses, que ataviados con sus trajes de gala típicos, tocaban las gaitas y los tambores llenando el evento de emoción y colorido. Incluso uno de los veteranos glosó en un discurso la orgullosa historia del regimiento y lo que ese tambor significaba como símbolo para ellos. Una vez finalizada la celebración, y devuelto el instrumento a sus legítimos dueños, los norteamericanos se retiraban cuando uno de ellos volvió la cabeza y les espetó: “Ahora si queréis volvéis a perder el jodío tambor”.

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lunes, 20 de abril de 2009

Respuestas increibleblebles (III)

Termino, de momento, con las respuestas increibleblebles dadas por los alumnos de 3º ESO, con las matizaciones que ya explicaba en la anterior entrega respecto a lo característico de este curso y la edad de los alumnos.

Todos estamos muy preocupados por lo que llaman "el cambio climático". La toma de conciencia acerca de este problema ocupa un lugar destacado en el currículo de las ciencias sociales. La eduación medioambiental, en todas sus vertientes, es protagonista de gran parte de nuestra actividad docente. Veamos el éxito que tenemos en algunos aspectos como, por ejemplo, que los alumnos conozcan los peligros del efecto invernadero. Éste consiste, como bien sabéis, en la retención de la energía solar que la tierra "devuelve" al espacio en forma infrarroja por parte de ciertos gases, lo que provoca el calentamiento tanto de la superficie de la tierra como de lo que la rodea. ¿Ha quedado claro?

"El efecto invernadero consiste en dejar los alimentos metidos en una especie de carpa donde tienen luz solar y el riego es artificial, puede haber bien plantas o frutales".

"Efecto invernadero: es aquel que se utiliza cuando algunas plantas que son distintas a las demás, necesitan un tratamiento diferente, entonces en el invernadero se le pueden dar esos cuidados"

Bueno, sí, esto es el efecto invernadero, pero no global, sino más localizado. En Almería y Murcia.

Otro gran riesgo es la lluvia ácida: "la lluvia ácida es para que los alimentos sirvan de alimentos para las personas". Esperemos que éste no se dedique a la agricultura.

Sabemos lo importante que es para el agricultor poseer un terreno. Ya en la anterior entrega de estas respuestas increibleblebles se nos recordaba algo así. Pero, ¿donde tenerlo?

"Minifundio: es un espacio terrenal de menos de 100 ha."

¡Quién tuviera un minifundio celestial en vez de terrenal! Puedes poner una granja con cerdos, y producir tocino de cielo. Bueno, esperemos que con el tiempo (muuuucho tiempo)todos tengamos ese terrenito allá arriba, aunque sea un minifundio.

Estos chavales y chavalas son el futuro. ¿Serán capaces de solventar los problemas de la crisis económica?

"Las industrias pesadas suelen localizarse en los yacimientos de materias primas y las industrias ligeras cerca de mercadillos"

Claro, así cuaquiera cumple con lo de "bueno, bonito y barato"; se ahorran los gastos de transporte.

"Siderurgia: es un tipo de industria, la industria siderurgica y sirve para dar más provecho a los animales"

Otro gran paso para la ciencia, de los alimentos transgénicos a los siderúrgicos.

¿Y cómo andan de economía? A alguno no se le puede poner ningún pero...

"Demanda: es cuando una persona denuncia a otra"

A ver quién le dice que no tiene razón, aunque se haya equivocado de tema.

¿Y Zapatero? ¿Qué pensará de los futuros ciudadanos que estamos formando?

"Los impuestos directos son que las personas tienen que ir a pagarlo directamente después de que la envía la carta el Estado. E impuestos indirectos son cuando las personas no lo pagan directamente si no que los pagan después o por transferencia bancaria"

Estará contento, sin duda. No tendrá problemas para cobrar impuestos.

"Impuestos directos: son los impuestos por el cual los dan los ciudadanos al Estado directamente (de forma directa) que pagan en su día los impuestos (ellos mismos se le llevan)
Impuestos indirectos: son los impuestos por el cual les dan los ciudadanos al Estado el dinero de sus gastos pagados de forma indiracta (por e-mail o mejor por correo)"


De todas formas el Ministerio de Hacienda no se fía, que seguro que enseguida espabilan y se escaquean: "oiga, pero si les mandé el e-mail de mis impuestos ayer, a ver si es que lo han metido en la carpeta de correo no deseado".

Para terminar, dos definiciones de términos lingüísticos, y es que este humilde servidor también ha impartido esta asignatura en 3º. Como me dijo cierta vez una compañera "eres licenciado, ¿no?, pues entonces..."; no sabía yo que mi licenciatura de Historia daría para tanto.

A casi nadie le gusta leer algo y no enterarse, aunque no se crean, esto dió gran fama a ciertos autores de nuestro Siglo de Oro. ¿Les suena Góngora? Pues eso; un gran ejemplo de culteranismo (estilo literario caracterizado, entre otros rasgos, por la riqueza abusiva de metáforas sorprendentes, el uso exagerado de cultismos y la complejidad sintáctica) y de escritura conceptista (estética de la literatura española del Barroco que se basa en la asociación ingeniosa entre palabras e ideas).

"Culteranismo: es un idioma en el que no te enteras de nada, español, etc.
Conceptismo: cambio todo y lo dejo como está ahora"

Eh, que así, entre nosotros, yo estoy de acuerdo. Incluso en lo del español: será que no hay gente que se supone habla español y no se les entiende. Pero por muy de acuerdo que esté, a ver cómo le das por buena la respuesta.
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sábado, 18 de abril de 2009

Huey Lewis and the News

Ya comenté cuando puse la música de Meat Loaf que me alegró reencontrarme con mi lado más rockero y ochentero. También dije que iba poner música de Huey Lewis and the News, y aquí está. A este músico californiano y a su grupo los conocí gracias a la mítica película de los 80 Regreso al Futuro (qué grande), en cuya banda sonora participaron, y me gustaron porque son un buen ejemplo del rock americano más clásico. Han publicado 8 álbumes, y aunque siguen en activo, sus grandes éxitos los lograron a mediados de la década de los ochenta.

Por cierto, ¿qué clase de nombre es Huey (jui)?

Ahora, subid el volumen. Os pongo dos videos. El primero del tema que se hizo famoso con la película de Regreso al Futuro, The Power of Love, pero tocado en directo. El segundo, uno de sus primeros éxitos, Do You Believe In Love, esta vez con la letra original destacada.

Con ustedes, ¡Huey Lewis and the News!






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jueves, 16 de abril de 2009

Les Luthiers: Yogurtu Mghe (Cartas de Color)

Éste es uno de los más grandes sketches de Les Luthiers. La transcripción de las cartas es verdaderamente hilarante. Hasta hace muy poco sólo lo había escuchado en audio, y ya era buenísimo, asín que... Son tres partes verdaderamente "imperdibles". Con ustedes... ¡Yogurtu Mghe!

La calidad del sonido no es muy buena, eso sí, pero vale la pena esforzar un poco el oido.





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miércoles, 15 de abril de 2009

Malditas aquellas mujeres... (enlace)

Os enlazo un texto que todos deberíais leer. No lo pongo directamente aquí porque el autor se merece que se visite su página (la tenéis enlazada también a la derecha), que por otra parte está muy currada y es muy divertida y entretenida. El chaval (je, je, claro que es un chaval, si tiene mi misma edad) siempre apuntó maneras, pero esto me ha dejado sin palabras. No voy a decir más, porque sobran las ídem. Talento y verdad a partes iguales.

http://culipardia.miciudadreal.es/2008/03/malditas-aquellas-mujeres/

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martes, 14 de abril de 2009

Amos que... (II)

Vamos ahora con algunas curiosidades históricas más. No muchas, que alguna lectora se ha quejado de que en el anterior artículo ponía demasiadas, así que poquito a poco.

Dos ejemplos de muertes estúpidas en la Grecia clásica:

Esquilo, el dramaturgo griego, murió en el 456 a. C. La causa fue que a un águila que pasaba se le cayó la tortuga que llevaba entre sus garras y ésta le golpeó en la cabeza al pobre hombre. Se plantea que incluso, dado que las águilas suelen romper el caparazón de las tortugas que apresan golpeándolas contra peñascos o piedras, la sobredicha rapaz confundiese la prominente calva del dramaturgo con una roca. Pero la cosa no queda ahí. Como numerosos griegos, Esquilo visitó el oráculo para conocer su destino. Éste le predijo que moriría aplastado por una casa, y para evitar tan fatal destino se fue a vivir al campo. Pero ya véis, al final el oráculo siempre atinaba. ¡Es un pájaro!¡Es un avión!¡No, es una tortugaaaaaaaagh!

El estoicismo era una corriente filosófica que predicaba la ataraxia (control de las pasiones humanas) para llegar a la felicidad. Crísipo (281-207 a.C.)fue un destacado filósofo estoico, que tuvo una muerte muy poco estoica: se murió de un ataque de risa después de emborrachar con vino a su burro y ver cómo el pobre asno intentaba comerse un ficus. Estoico, sí, sí… un cabroncete es lo que era este Crísipo.

Las relaciones familiares siempre dan lugar a cosas realmente curiosas. Repasemos algunos casos.

Viendo cómo fue su reinado, podemos advertir claramente que Carlos IV (1748-1819) no era un hombre demasiado inteligente ( la cara de tonto que tenía en el fidedigno retrato que realizó Goya de toda su familia no deja lugar a la duda). Y es que el hombre desde muy joven apuntaba ya maneras. Siendo aún príncipe, le comentó a su padre Carlos III: "Somos afortunados los príncipes y los reyes, pues a diferencia de nuestros vasallos no estamos expuestos a la infidelidad de nuestras esposas, ya que éstas no podrían nunca encontrar a nadie superior a nosotros en quien fijarse". La respuesta del “Rey ilustrado” no dejó lugar a las dudas: “Qué tonto eres, hijo mío”.

Temístocles (525-460 a.C.), militar y política ateniense y gran vencedor de la batalla de Salamina frente a los persas, le comentó cierta vez a su hijo: "hijo, tú dominas el mundo”. El chaval, extrañado, le preguntó el porqué de tal afirmación, y su padre le contestó: “hijo, el mundo civilizado es Grecia, Atenas domina Grecia, yo domino Atenas, tu madre me domina a mí, y tú haces con tu madre lo que quieres porque eres su pequeño y sólo tiene ojos para ti; por tanto, tú dominas el mundo”. Como vemos, en las familias poco ha cambiado en 25 siglos. ¿Serán entonces las pizpiretas hijas de Obama las que decidan el futuro del mundo?

Ser profesor tiene sus riesgos, y más serlo de historia. Porque después viene la propia historia y te echa por tierra tus predicciones. Un profesor de su colegio le dijo al padre de Albert Einstein: “su hijo nunca hará nada de provecho”. En la escuela Skillington y Stoke, a la que asistía, calificaron a Isaac Newton de distraído y vago cuando tan sólo contaba 5 años. Emile Zola, el mejor representante de la corriente literaria naturalista, fue calificado de “nulo para la literatura” en su examen de Bachillerato en 1859. Como vemos, a veces uno falla con sus vaticinios y hace el ridículo, de ahí que a mí no se me ocurrirá decirle a ningún alumno que nunca pasará a la historia. Que nunca aprobará historia, puede, pero lo otro… Y es que a muchos les será más fácil pasar a la historia que aprobarla, tal y como están las cosas.

Para ejemplo de hombre hogareño, Immanuel Kant (1724-1804), el destacadísimo filósofo, que jamás se alejó más de 15 km. de su ciudad natal, Könisberg. Y es que hay tantos que viajan muchísimo, yendo de un lado para otro, pero sin enterarse de ná, como una maleta, que tampoco es que sea necesario. Con ver a los de alrededor a Kant le fue suficiente para interpretar la existencia humana. Si es lo que digo yo a los chavales, que se montan excursiones para irse a cientos de kilómetros a hacer lo mismo que hacen en su casa… beber y el que tiene suerte…

Y para terminar, algo sin comentarios: en Francia durante el siglo XIX se castigaba el intento de suicidio con la horca…

Por cierto, os recomiendo un blog que he descubierto por ahí y está bastante curioso y entretenido (aunque algunas opiniones del autor puedan herir sensibilidades), y donde aparecen también algunas muertes estúpidas de personajes históricos: http://socioapatia.wordpress.com/
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jueves, 9 de abril de 2009

Yo no estuve allí: La Pasión de Jesús de Nazaret (II)

Pasamos ahora a la tortura que sufrió Jesús, que fue especialmente brutal, aunque no alocada sino administrada de manera metódica y cruel para que sirviera como advertencia y escarmiento al resto de la población. Fue un mensaje por tanto del Sanedrín para aquellos que osaran salirse de la ortodoxia, e igualmente un aviso de los romanos para los que pudieran tener algún tipo de intención subversiva contra el Imperio.

Su castigo fue obra de profesionales, resultado de muchos años de experiencia, y no un ensañamiento irracional. El objetivo: que sufriera todo lo posible. Los latigazos fueron entre 200 y 300 y no los 39 que estipulaba la ley judía, puesto que en la ley romana no existía un número determinado, sino que se castigaba al reo a conveniencia.

Quizá Pilato, que tenía intención de soltarle tras este castigo, se ensañó especialmente con Jesús con el objetivo de satisfacer al Sanedrín de forma que aceptaran su posterior puesta en libertad. Los ejecutores de la pena de flagelación eran los llamados lictores, los escoltas del magistrado, que evitaron las partes blandas y la zona del corazón, para evitar heridas mortales que dieran fin al martirio. Muchos llegaban a morir debido a este castigo, pero el cuidado que pusieron los lictores en no provocar heridas mortales a fin de hacer más intenso el sufrimiento, y la propia complexión física de Jesús, que según diversos indicios parece que se trataba de un hombre corpulento, lo evitaron. Para azotarlo utilizaron el Flagrum taxillatum, un látigo con tiras de cuero trenzado con bolas de metal entretejidas que se reservaba para castigar a esclavos y a grandes criminales. Cuando el látigo golpeaba la carne, esas bolas provocaban moretones o contusiones, las cuales se abrían con los demás golpes. El látigo también tenía pedazos de hueso afilados, los cuales cortaban la carne severamente. Esto provocaba un dolor indescriptible, puesto que incluso partes internas del cuerpo quedaban al descubierto y expuestos a los siguientes golpes.

La verdad es que las decisiones de Pilato fueron cuanto menos incoherentes, al menos a nuestros ojos actuales. Dejó claro que él veía en Jesús a un hombre inocente, e incluso se puede interpretar, como se ha dicho, el ensañamiento en la flagelación como un modo de intentar salvarle la vida saciando la sed de sangre del Sanedrín. Las últimas tentativas para evitar la crucifixión fue presentárselo a Herodes, para ver si éste tenía agallas para ir en contra de los deseos del Sanedrín, cosa que, claro, no ocurrió, y proponerle al propio pueblo judío su liberación, siguiendo una tradición pascual, cosa que igualmente no se llevó a cabo puesto que los allí presentes prefirieron que se soltase a Barrabás. Y en este punto Pilato toma una decisión que, como digo, nos puede parecer incoherente con todo lo que había hecho y expresado anteriormente: se lo entrega a los pretorianos para que “jueguen” con él. La Pasión de Cristo no sólo se compone de castigos físicos severos, sino también de importantes humillaciones, y en este caso tenemos una de las peores. Era costumbre, al parecer, que se permitiese a los pretorianos “divertirse” con un reo una vez al año, y así ocurrió con Jesucristo. Los evangelios nos hablan de que le pusieron una túnica púrpura (símbolo de oprobio, y que tuvo que aumentar el dolor de las heridas al adherirse a las mismas, sobre todo cuando posteriormente se la arrancaron), le pusieron una corona de espinas en la cabeza (una corona al estilo oriental, en forma de casco) y una caña en la mano, a modo de cetro real, y se arrodillaban ante él mofándose y diciendo “Salve, rey de los judíos”. Posteriormente, le golpeaban con la caña. Aunque esto es lo que nos dicen las escrituras, es difícil saber lo que allí pasó: burlas, escupitajos, insultos, golpes… Sin duda algo terrible.

Tras este severo castigo, y ya muy débil, fue obligado a portar la cruz, según se dice en los evangelios. En realidad, con lo que cargó Jesús camino del calvario- a unos 700 metros del pretorio- no fue con la cruz, sino con la parte central (horizontal) de la misma, el patibulum, que solía tener un peso entre los 35 y los 60 kg. El palo vertical, el stipite, se encontraría ya preparado, y seguramente sirvió para alguna crucifixión más, antes o después. En los evangelios se nos narra cómo los romanos tuvieron que echar mano de Simón de Cirene para portar el patibulum, seguramente porque dado el castigo que llevaba Jesús hubo un momento en que ya no podía avanzar con él. Los pretorianos eran los responsables de llevar con vida al condenado hasta la cruz, por eso buscarían esta solución de que otra persona le ayudase.

Y llegamos al momento de la crucifixión. Este castigo, de origen persa, era utilizado sólo en el caso de esclavos y grandes criminales, pues se consideraba la manera más vergonzosa y deshonrosa de morir. Los ciudadanos romanos, salvo en el caso de alta traición, no podían ser crucificados. Fue utilizado por los romanos no sólo como una forma de administrar la muerte a un condenado, sino como un medio ejemplarizante para aquellos que pudieran tener la tentación de rebelarse contra el imperio. Así ocurrió, por ejemplo, en el caso de la rebelión de esclavos liderada por Espartaco: 6000 de sus seguidores fueron crucificados a lo largo de 200 km en la Vía Appia.

Para ejecutar esta pena se utilizaban tres tipos de cruces: la cruz decussata o de San Andrés, en forma de X; la cruz commissa o de San Antonio, en forma de Tau griega o T mayúscula; y la cruz inmissa o cruz latina que todos conocemos. ¿Con cual se crucificó a Jesús? La tradición nos dice que con la inmissa, aunque en Judea los romanos solían utilizar, vistos los restos arqueológicos, la commissa. Sin embargo, no es algo que podamos saber. Eso sí, de la forma de la cruz dependería la altura a la que estaría el cuerpo del condenado, siendo la commissa la más baja y la inmissa la más alta, precisamente la que muestra la tradición.

Para sujetarlo al madero se utilizaron clavos de entre 13 y 18 cm de largo. Aunque las representación tradicional es la del clavo que atraviesa las palmas de las manos, esto no fue así, puesto que de esa manera la carne se desgarraría y el cuerpo del condenado caería tras destrozarse las manos. Se clavaban en las muñecas, entre el radio y el metacarpiano, o en el espacio entre las dos hileras de huesos carpianos, quizá en el llamado punto de Destot. En cuanto a los pies, se desconoce si se utilizó un solo clavo para ambos, o uno para cada pie. Ambas circunstancias son posibles. El clavo, o los clavos, atravesarían el primer o segundo espacio intermetatarsiano, hasta llegar a la stípite (madero vertical). También pudo ser clavado con los pies de lado, atravesando el clavo ambos tibillos y penetrando en el madero vertical de forma lateral.


El hallazgo de un cadáver crucificado fechado en el siglo I durante el transcurso de unas excavaciones en 1968, nos ha ilustrado sobre el método de crucifixión. Este joven, en cuyo osario rezaba el nombre de Yenohahán, fue crucificada en una cruz commissa, clavadas sus manos por el hueso de la muñeca, y sus pies con un solo clavo. Unas circunstancias que, si no iguales, sí serían parecidas a las de Jesucristo. Por supuesto, el dolor que producirían los clavos que atraviesan los nervios de la mano sería extremo, inhumano.

La causa de la muerte en la cruz frecuentemente se atribuye a la asfixia. El peso del cuerpo en el crucificado, con los brazos y hombros extendidos, caería sobre el pecho, poniendo la cavidad torácica en posición de inhalación. Para exhalar el aire inhalado, el crucificado debía elevarse apoyándose en los pies, clavados al madero, lo que producía de nuevo un tremendo dolor. El historiador Flavio Josefo nos habla de algunas personas que sobrevivieron a una crucifixión, pero esta circunstancia sería muy extraña (tendrían que indultarlos, y que el indulto llegase a tiempo). Aunque se conviene que la causa común de la muerte sería la asfixia, también se podían dar otras: deshidratación, agotamiento, etc., sobre todo para aquellos que no eran clavados, sino atados con ligaduras a la cruz. Se trataba por tanto de una muerte lenta y cruel, amén de dolorosísima.

¿De qué murió Jesús? La mayoría de los estudiosos apuestan por la asfixia, ya que el agotamiento y el castigo sufrido le impedirían hacer el esfuerzo necesario para exhalar el aire. La falta de oxígeno y el derrame en los pulmones (pleural) le llevarían finalmente sufrir un infarto de miocardio. Otros plantean el rompimiento del corazón de Jesús debido al estrés mental (recordemos la oración en el huerto y la sudoración de sangre) y al castigo físico, con situación de hipovolemia (pérdida masiva de sangre). Jesús estuvo vivo tan sólo tres horas en la cruz, un tiempo escaso para lo que era habitual, pues el crucificado podía tardar hasta varios días en morir; claro que habitualmente no habían sido sometidos al castigo y al sufrimiento mental que sufrió Jesucristo.
Los judíos iban a celebrar el sábado de Pascua, y aunque era habitual que los cuerpos crucificados estuviesen días a la vista de todos, debido a lo significativo de esta fiesta preferían evitar tal visión. Por esto pidieron que se diera muerte a los condenados y se retirasen los cadáveres. Habitualmente, para acelerar el fallecimiento del crucificado, se le quebraban las piernas de manera que ya no podían tomar impulso para exhalar y se asfixiaban. Esto fue lo que hicieron según los evangelios con los dos ladrones que fueron crucificados junto a Jesús (aunque seguramente había más crucificados que estos tres). Sin embargo, como nos narran los evangelistas, cuando los romanos iban a proceder a hacerlo con Jesús, vieron que ya estaba muerto, de ahí que no lo hicieran y se cumpliese la profecía del Antiguo Testamento sobre el Mesías: “Y no le quebrarán ningún hueso”. Uno de los romanos, identificado por la tradición con el nombre de Longinos, le abrió el costado con una lanza, y brotó sangre y agua, según dice el evangelio de San Juan, supuesto testigo ocular del momento, lo que demuestra que efectivamente llevaba algún tiempo muerto. De la mitología de la Lanza de Longinos, o “Lanza del Destino”, ya hablaremos en otro momento; lo dejaremos para otra Semana Santa. Una vez certificada la muerte, su cuerpo fue bajado de la cruz y a la mañana siguiente entregado a José de Arimatea, tal y como se nos cuenta en las Escrituras, para recibir posterior sepultura.

Lo que vino después ya no se pude explicar científcamente; la resurrección es una cuestión de fe y por tanto se escapa a las intenciones de este artículo.

Para terminar, he de reconocer que lo expresado en este artículo es un acercamiento muy superficial a los estudios que abordan la muerte de Jesús. Por supuesto, no era mi intención desvelar los misterios históricos de esta importante figura histórica únicamente he querido llamar la atención sobre el personaje y dar alguna información sobre las investigaciones llevadas a cabo en torno al mismo. Hay una amplia bibliografía sobre estos asuntos para quien quiera profundizar en ellos. Por otro lado, muchos de estos estudios se apoyan en una reliquia, la Sábana Santa, como fuente de información. Al igual que la Lanza de Longinos, la síndone de Turín podrá ser centro de otro artículo en años posteriores, eso sí, sin entrar demasiado en detalles, lo científicamente demostrado, por encima de intentos chapuceros y torticeros que sólo obtuvieron notoriedad por la costumbre periodística de no verificar las informaciones no sea que estropeen el titular, es que esta reliquia es un pedazo de tela que procede de la Palestina del siglo I. Y no abundo en ello; será tema de otro artículo en otro momento.


Como despedida, señalar que las fotos de los pasos que acompañan este artículo pertenecen a la Semana Santa de Ciudad Real, que recomiendo a todo el mundo no sólo por su belleza y valía, sino, sobre todo, porque es mi pueblo y, mal que me pese, lo llevo en el alma. Que ustedes lo “pasionen” bien.

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miércoles, 8 de abril de 2009

Yo no estuve allí: La Pasión de Jesús de Nazaret (I)

Estamos en Semana Santa, semana de pasión. Todos conocemos la llamada “historia más grande jamás contada”, denominación más que merecida en mi opinión. Sabemos sobre todo un relato, entre lo histórico y lo literario, sobre la vida de este hombre. Pero esta figura, la más conocida de la historia de la humanidad, es, paradójicamente, también una de las que más enigmas y misterios presenta. Vamos a adentrarnos en estos misterios, en especial los relativos a la Pasión, intentando arrojar luz con los datos históricos que disponemos. La base de lo que a continuación voy a comentar se encuentra en las palabras y escritos de los investigadores que colaboran en el magnífico programa “La Rosa de los Vientos”, del fallecido Juan Antonio Cebrián (va por tí, maestro), que se reunían en la llamada Tertulia de las 4C (el propio Cebrián, Carlos Canales, Bruno Cardeñosa y Jesús Callejo).

Primero hay que empezar aclarando una duda que aún hoy muchos tienen, aunque no exista base para ella. Jesús existió. Tenemos pruebas históricas de sobra que demuestran la existencia de una figura histórica llamada Jesús que vivió en el siglo I en la zona de Galilea y Judea y que fue crucificado. Cómo fue su vida, si efectivamente creó una religión, y, más aún, si fue o no el Hijo de Dios, eso ya es otra cosa, pero la existencia histórica de esa figura llamada Jesús de Nazaret es innegable. Hay tantas pruebas de ello como de la existencia de, por ejemplo, Julio César. Por tanto, lo que nadie puede ni debe dudar es que Jesús fue una persona de carne y hueso, y que tuvo cierta notoriedad en su tiempo a tenor de lo que después ocurrió con su figura, en torno a la cual se creó la religión más extendida e influyente de la historia de la humanidad.


Este año la Semana Santa cae en la segunda semana de abril, pero otras veces es en marzo, en la primera de abril, etc. ¿Por qué? La Semana Santa se establece según un calendario lunar: el Domingo de Resurrección es el primer domingo posterior a la primera luna llena tras el equinoccio de primavera (entre el 20 y el 21 de marzo). Pero, ¿cuándo murió en realidad Jesús? Sabemos que la tradición cristiana sitúa la pasión cercana a la propia Pascua judía, que conmemora la salida de los judíos de Egipto y el comienzo del Éxodo. Jesús murió el día antes de la fiesta judía de la Pascua (pésaj). Pero, ¿de qué año?

Antes de seguir aclarar que el hecho de que Jesús muriese a los 33 años tiene más que ver con la simbología del número que con una realidad histórica. El monje benedictino Dionisio el exigüo determinó en el siglo VI el año de nacimiento de Cristo en el 753 de la fundación de Roma (ab urbe condita), pero estudios posteriores han demostrado que esta fecha es errónea, y que Jesús nació, según el estudio de las propias escrituras, entre el 749 y el 747 a.u.c., es decir, entre el 4 y el 6 antes de Cristo (en el 4 ac murió Herodes, con lo que las fechas posteriores están descartadas).

Bien, tras esta aclaración, continuemos buscando la fecha de la muerte de Jesús. En 1988 dos científicos de Oxford, Colin Humphreys y William Waddington establecieron dos fechas posibles: el 7 de abril del año 30 y el 3 de abril del año 33. La Pascua judía se celebra siempre con la luna llena de primavera (el calendario judío es lunar) que daba inicio al mes de Nisán, equivalente al mes de marzo o abril. Analizando fuentes judías y romanas, y tomando como base que Cristo fue crucificado un viernes del mes de Nisán, seguramente el 14 de ese mes, establecieron esas dos fechas como posibles, teniendo en cuenta, además, que el gobierno del procurador Poncio Pilato fue del año 26 al 36 d.c. Sin embargo, parece que la segunda toma más visos de realidad, puesto que el día de la crucifixión según afirma el Libro de los Hechos de los Apóstoles, la Luna fue vista de un color rojo de sangre, lo cual indica un eclipse. Igualmente, en el informe que manda Poncio Pilato al emperador Tiberio, se dice que “el sol se oscureció, salieron estrellas en el cielo y por todas partes las gentes encendieron las lámparas”. Precisamente el 3 de abril del año 33, a las 18:20 horas, los astrónomos han determinado que se produjo un eclipse parcial de luna que sería visible en Jerusalén. También se cree posible que esas tinieblas a las que se hace referencia cuando muere Jesucristo tuviesen como origen una gran tormenta de arena, muy común en la región palestina a principios de abril. De ahí que se tome como más fiable esa fecha del 3 de abril del año 33 d.c. y que, gracias al dato astronómico del eclipse, podamos incluso aventurar la hora (aunque no coincide con la hora nona de los evangelios, es decir, las tres de la tarde). De todas formas no son pocos los que optan por la del 7 de abril del 30, optando por la tormenta de arena el origen del oscurecimiento del sol, lo que permitiría cuadrar las horas con los evangelios (de la hora sexta a la nona, es decir, de las doce a las tres de la tarde, más o menos). Además, tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento tienen muchísimas referencias a fenómenos extraños del tipo que acompaña a la crucifixión y la mayoría no tienen explicación astronómica, por lo que la cuestión del eclipse (que de ser cierta, el evangelio de San Lucas lo confundiría con un eclipse solar y no lunar) no parece tampoco decisiva para optar por una u otra fecha. Al fin y al cabo, podría tratarse también de un fenómeno sobrenatural, o al menos sin explicación aparente, que, como las meigas, haberlos, haylos.

Al retardar el nacimiento de Jesús hasta el año 4 o 6 a.c., ocurre otro hecho, y es que nos encontramos con un Jesús mayor de los 33 años que la tradición nos presenta. En una época donde la esperanza de vida era mucho menor, donde la infancia y juventud eran mucho más cortas que ahora (que casi llegan a esos 33 años), esto deviene en una cuestión importante. Aunque la imagen que se nos da de Cristo es la de un “joven maestro”, el Jesús histórico debió de ser un hombre ya maduro, con la carga de respetabilidad que eso conllevaría en aquella época. No un anciano, desde luego, pero tampoco la edad ideal y de plenitud física que habitualmente se representa. Estamos hablando, teniendo en cuenta las distintas fechas tanto de nacimiento como de muerte, de un Jesús con entre 34 y 39 años, en una época donde la esperanza de vida era mucho menor que la actual.

Pero vamos específicamente con lo relacionado con La Pasión. Lo primero, el juicio a Jesús.

Hay que tener en cuenta que el control de Palestina por el imperio era más bien somero. Me explico. El interés que tenía Roma en el territorio judío era escaso. El único objetivo por el que se justificaba su presencia era porque se erigía en frontera frente al expansionismo del imperio parto, al este, y para asegurar el comercio por el Mar Rojo. Los romanos, además, veían al pueblo judío como gente peligrosa y poco de fiar, con lo que intentaban relacionarse lo menos posible con ellos. El objetivo fundamental por tanto era mantener el orden público para garantizar la frontera con el imperio parto y mantener abiertas las vías comerciales a través del Mar Rojo. Los romanos, por tanto, no tenían ningún interés en quedarse. Por ello, los romanos, y más en concreto Poncio Pilato, pensaban que el asunto de Jesucristo era un problema interno de los judíos, y que sólo debían intervenir para garantizar el orden público, sin entrar en el proceso a Jesús en sí. Por tanto, el derecho romano no fue aplicado a este juicio, a pesar de ser condenado a crucifixión por ellos. De esta forma, se puede asegurar que el juicio a Jesús no fue justo, en el sentido en que no se aplicó el derecho de forma adecuada.

El miedo que Poncio Pilato, que a pesar de llevar entre 4 y 7 años como prefecto de Judea no era bien visto desde Roma por su mala administración de la zona, tenía a la población que le correspondía “controlar”, hizo que pusiera el mantenimiento del orden público por encima de la aplicación justa y adecuada del derecho. El Sanedrín, la Asamblea Suprema de justicia judía, había colaborado hasta entonces con Pilato, lo que le había procurado unos años de prefectura de relativa tranquilidad. Además, justo en la Pascua eras cuando los ánimos de los nacionalistas y contrarios al imperio estaban más exaltados, tanto por el significado religioso de la fiesta como por la tradición de ejecutar las sentencias de crucifixión justo en esa época, y de ahí que para Pilato resultara vital la colaboración del Sanedrín para controlar a la muchedumbre y evitar posibles motines y rebeliones. Así, el prefecto se “plegó” a las peticiones del Sanedrín, que acusaba a Jesucristo de proclamarse Mesías, hecho, que, por supuesto, no constituía delito alguno en la ley romana, imperante en la Palestina ocupada. Finalmente, para conseguir que Jesús fuera condenado, se le acusa de sedición, de llamar al levantamiento contra los romanos, hecho que jamás fue demostrado, y de proclamarse rey, lo cual sí que supuso la condena final, pues se consideraba que de esa manera negaba la autoridad el Emperador sobre aquellas tierras.

Pero es que además incluso dentro del derecho judío el proceso a Jesús estuvo lleno de irregularidades. Primero, se le juzgó en festivo, lo que estaba prohibido por la ley judía. Segundo, se determinaba que los juicios tenían que celebrarse de forma pública, de día, y en el patio del Templo, mientras que Jesús fue juzgado en privado, de noche, y en una casa particular. Tercero, el derecho judío determinaba que sólo se podía condenar a alguien mediante el testimonio de dos testigos, mientras que en este caso sólo se le escuchó a él, interpretando sus palabras como el cuerpo del delito. Como vemos, lo que se buscaba era la condena, de la forma que fuera. Primero, los judíos celebran un juicio injusto, lleno de irregularidades, y luego la autoridad romana, Poncio Pilato, manipuló las leyes romanas para dar satisfacción al Sanedrín. Así, podemos concluir que este juicio fue una farsa, puesto que estaba condenado de antemano.

Curiosamente, de los relatos evangélicos se puede inferir que el propio Pilato sintió una cierta simpatía por Jesús. Pronto percibió al parecer que se trataba de una persona pacífica, si acaso un iluminado que se creía elegido por Dios, pero no el criminal peligroso que el Sanedrín le presentaba. De ahí ese mínimo intento de salvarlo al dar la opción de soltarle, que se trunca cuando la muchedumbre elige a Barrabás. Éste momento constituye también la sentencia final por parte del pueblo judío, que pudiendo salvarlo lo condenan de manera definitiva. Todo esto certifica el temor que el prefecto, y en general los romanos, tenían con respecto al pueblo judío, a cuyos dirigentes preferían no contrariar a fin de mantener la paz social. Pero la cobardía de Pilato, con la que ha pasado a la historia tras su simbólico acto de lavarse las manos, no debería ser por condenar a un hombre que él creía inocente, sino por permitir que no se cumpliese la ley y que Jesús tuviese un juicio justo con arreglo a derecho. Porque Poncio Pilato pudo evitar la muerte, puesto que es el que detentaba el poder. Seguramente Jesús hubiera muerto de todas maneras posteriormente, debido a lo “peligroso” para la jerarquía judía de su mensaje, pero no lo hubiese hecho de forma tan dramática, con tanto sufrimiento y con la connivencia de todo un imperio.

Antes de su arresto, San Lucas nos narra como Jesús, mientras ora en el huerto de Getsemaní, suda sangre. A este hecho, excepcional aunque natural, se le denomina hematidrosis, hematohidrosis o hemohidrosis. Ocurre cuando una persona sufre un elevado nivel de estrés, ansiedad o debilidad: los vasos sanguíneos se dilatan y contraen hasta llegar a romperse, causando hemorragias en la capa de la epidermis próxima a las glándulas sudoríparas. Tras esto, la sangre se mezcla con el sudor y sale por los poros de la piel. Parece que, efectivamente, Jesús sabía lo que le esperaba, o, al menos, se lo podía imaginar, y de ahí esta sudoración hemática.

(Continuará)

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martes, 7 de abril de 2009

Mira siempre el lado bueno de la vida

Ben-Hur, Quo Vadis, La Túnica Sagrada, Espartaco, excelentes películas que nos regala la tv en Semana Santa, amén de las que relatan la vida de Cristo (Jesús de Nazaret, La Historia Más Grande Jamás Contada, etc.). Como anticipo del especial sobre La Pasión de Cristo que estoy preparando, os dejo otra manera de mirar aquel tiempo y lugar donde se desarrollaron esos archiconocidos acontecimientos. Por supuesto, la mayoría habéis visto esta película, verdadero film de culto para varias generaciones, pero nunca viene mal revisarla. Y si no la has visto, ya estás tardando.

Como bien sabréis ya, estoy hablando de La Vida de Brian, de cuyo estreno se cumplen 30 años.

Este film de los Monty Python, con mucho el mejor y más conseguido de los realizados en común, fue en su tiempo polémico puesto que narra las peripecias de un judío del año I que es confundido con el mesías. Una vez vista la película, y teniendo en cuenta que es una comedia (una de las mejores de la historia, si no la mejor), cualquier atisbo de falta de respeto desaparece a golpe de carcajada. Aquí os enlazo las partes más relacionadas con la crucifixión, cómo Brian carga con su cruz, cómo es crucificado, y el final con la magnífica canción Always look at the bright side of life subtitulada al castellano. Disfrutadlo.











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viernes, 3 de abril de 2009

Yo no estuve allí: Monseñor Romero (II)

Desde el principio, Monseñor Romero se manifestó del lado de los más débiles y en apoyo del clero más vinculado a la lucha social: “el gobierno no debe tomar al sacerdote que se pronuncia por la justicia social como un político o elemento subversivo, cuando éste está cumpliendo su misión en la política de bien común”, declara en una entrevista.

Su toma de posesión fue acompañada de un aumento de la tensión en el país: en las elecciones de febrero ganó el Partido de Conciliación Nacional, siendo investido nuevo presidente Carlos Humberto Romero. Antes de las elecciones, el gobierno de Molina había expulsado de El Salvador algunos sacerdotes, molesto por la denuncia que hacían éstos de la represión gubernamental. Uno de las primeras decisiones del nuevo presidente fue prohibir la vuelta de los sacerdotes expulsados. Las protestas por el fraude en los comicios provocaron también una violenta respuesta del nuevo gobierno del PCN, cuyo resultado fueron decenas de muertos y desaparecidos. En medio de este agravamiento de la situación, el 5 de marzo Monseñor Romero era elegido vicepresidente de la Conferencia Episcopal de El Salvador, y se preparó un comunicado público para denunciar la persecución a la Iglesia en el país.

El hecho decisivo que llevó a Monseñor Romero a encabezar la denuncia de la violencia contra el pueblo y defender los derechos de los oprimidos ocurrió el 12 de marzo. Ese día era asesinado el padre jesuita Rutilio Grande, impulsor de comunidades cristianos campesinas y gran amigo de Óscar Romero. Éste, tras enterarse de la noticia, y ante la pasividad que muestra el gobierno a la hora de investigar la muerte del jesuita, convocó a una misa única por el alma de su amigo y de los dos campesinos que fueron asesinados con él. Esta misa, censurada por el nuncio apostólico y algunos obispos, quería dejar clara la unidad de la Iglesia salvadoreña y el compromiso de ésta con su pueblo. A partir de entonces sus homilías se tornan en incesantes denuncias de la violencia, de los abusos y de las injusticias que provocan miseria y muerte. Critica tanto la violencia protagonizada por los grupos de izquierda como la represión ejercida por el gobierno y los asesinatos llevados a cabo por los “escuadrones de la muerte”. Su apuesta por el diálogo como única vía para la paz es constante en sus alocuciones, frecuentemente retransmitidas por la radio.

Sus esfuerzos por la paz y la justicia comienzan a ser reconocidos internacionalmente: en 1978 es investido Doctos Honoris Causa por la Universidad e Georgetown, y en 1980 por la Universidad de Lovaina. Igualmente, en 1979 es propuesto para el Premio Nobel de la Paz. Incluso visita en Roma a Juan Pablo II, al que le transmite su preocupación por la situación social y política que está viviendo su país.

Llegado 1980 El Salvador vive la antesala de la guerra civil. En los tres primeros meses de ese año, más de 900 civiles fueron asesinados por las fuerzas gubernamentales y los “escuadrones de la muerte”, grupos terroristas permitidos cuando no alentados por el gobierno. El 17 de febrero Monseñor Romero conmina en una carta al Presidente de los EEUU, Jimmy Carter, a terminar con el apoyo y la ayuda que el gobierno estadounidense daba al corrupto y violento gobierno salvadoreño. Ésta misiva le reporta un toque de atención por parte del Vaticano, al que la Casa Blanca pide llame al orden a sus obispos centroamericanos.

En las semanas siguientes se suceden las amenazas de muerte; parece que se le ha puesto precio a su cabeza. Desde las altas jerarquías eclesiásticas se le pide que modere su discurso, no tanto por lo incómodo que pueda resultar sino por la verdadera preocupación que sentían por la vida del sacerdote. Un día antes de su muerte, Monseñor Romero dijo:

“Yo quisiera hacer un llamamiento, de manera especial, a los hombres del ejército. Y en concreto, a las bases de la Guardia Nacional, de la policía, de los cuarteles... Hermanos, son de nuestro mismo pueblo. Matan a sus mismos hermanos campesinos. Y ante una orden de matar que dé un hombre, debe prevalecer la ley de Dios que dice: "No matar". Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la Ley de Dios. Una ley inmoral, nadie tiene que cumplirla. Ya es tiempo de que recuperen su conciencia, y que obedezcan antes a su conciencia que a la orden del pecado. La Iglesia, defensora de los derechos de Dios, de la Ley de Dios, de la dignidad humana, de la persona, no puede quedarse callada ante tanta abominación. Queremos que el gobierno tome en serio que de nada sirven las reformas si van teñidas con tanta sangre. En nombre de Dios y en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: Cese la represión”.

El 24 de marzo de 1980 Monseñor Óscar Arnulfo Romero es asesinado por un francotirador mientras oficiaba misa en el Hospital de la Divina Providencia, donde vivía. Durante sus funerales, celebrados en la catedral Metropolitana de El Salvador, donde descansan sus restos, las fuerzas de seguridad arremetieron contra los miles de salvadoreños concentrados en la plaza de la catedral, con el resultado de 40 muertos y más de 200 heridos. La investigación abierta por el gobierno para esclarecer el atentado no llevó a ningún sitio, en buena medida por la falta de interés del propio gobierno, al que le habían quitado de encima un elemento sumamente molesto y peligroso. En pocos días se daría por iniciada la Guerra Civil en El Salvador, un conflicto que enfrentó al ejército gubernamental (la fuerza Armada de El Salvador), apoyado por los EEUU, y al Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), ayudado por la URSS, Cuba y el gobierno sandinista de Nicaragua, que recientemente había llegado al poder. En este conflicto, oficialmente nunca declarado, perderían la vida unas 75.000 personas durante los doce años que duró. Cientos fueron los miembros de la Iglesia víctimas de esta guerra, como lo fue Monseñor Romero, debido a su compromiso con el pueblo salvadoreño, la paz y la justicia.




El conflicto concluyó en 1992, con la firma de los Acuerdos de Chapultepec entre la guerilla y el gobierno, que iniciaron el camino hacia el establecimiento de un régimen democrático y la mejora de las condiciones de vida del pueblo de El Salvador. Fue mediante el diálogo, como había propuesto el fallecido Monseñor Romero, el que permitió superar las diferencias y construir un futuro más esperanzador para el país. La Comisión de la Verdad, establecida en 1993 a raíz de estos acuerdos, determinó que el asesinato de Monseñor Oscar Romero había sido ejecutado por un escuadrón de la muerte formado por civiles y militares de ultraderecha y dirigidos por el mayor Roberto d'Aubuisson, (fundador del Partido ultra conservador ARENA) y el capitán Álvaro Saravia. D´Auuisson, fallecido en 1992, siempre negó haber participado en el atentado. En 2004, un tribunal estadounidense declaró responsable de la muerte de Monseñor Romero al capitán Saravia, al que incluso sentenció a pagar una indemnización a la familia del prelado. No eran consciente ese tribunal de que la familia de Óscar Arnulfo Romero, en realidad, es todo el pueblo de El Salvador.

Durante los años siguientes al crimen, la figura de Monseñor Romero siguió siendo un símbolo de la lucha por la justicia y por la paz. En 1994 la archidiócesis de San Salvador inició los trámites para la canonización del Arzobispo. Tras ser estudiado el expediente por La Congregación para la Doctrina de la Fe, en ese momento presidida por el Cardenal Ratzinger, actual Papa Benedicto XVI, el cardenal Vincenzo Paglia informó a los medios las conclusiones de la misma en 2005: “Romero no era un obispo revolucionario, sino un hombre de la Iglesia, del Evangelio y de los pobres”. El proceso sigue en marcha. Mientras, Monseñor Romero sigue vivo en el corazón de su pueblo salvadoreño, y su ejemplo seguirá inspirando a cristianos y no cristianos, a las buenas gentes del mundo, en definitiva, mostrándonos como, efectivamente, el ser humano se puede elevar sobre la ruindad y el egoísmo y convertirse en algo mejor por medio del amor.


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jueves, 2 de abril de 2009

Monty Python: fútbol y amigos.

Bueno, gente, aquí teneís dos de los mejores sketches del espectáculo Monty Python en Hollywood. Lo bueno de la cultura es que también te puedes echar unas risas con ella. .

El primero es la final del campeonato mundial de fútbol de filósofos. Los equipos finalistas, claro está, Alemania y Grecia. Qué dinamismo, qué presión en el centro del campo, cómo se desdoblan por banda los laterales, cómo fijan a la defensa los delanteros... Apasionante.

El segundo me es bastante familiar. La típica reunión de amigos donde se cuentan las batallitas de juventud y los esfuerzos que cada uno ha tenido que hacer para salir adelante. No me digáis que no os suena la cuestión. El "y yo más" es un arquetipo de las reuniones en torno a unas cervezas.






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